El frontenis con pelota de cuero comenzó a practicarse en Cuba el domingo 30 de octubre de 1921. La Compañía Frontón Jai Alai Playa S.A., presidida por Tomás Iraola, auspiciaba el espectáculo que se desarrollaría en las excelentes instalaciones del Frontón Jai Alai Playa, en la playa de Marianao, cerca de lo que hoy es Marina Hemingway. Había costado unos 350.000 dólares.
El edificio estaba en medio de jardines, entrando se encontraba en lunetario con 506 butacas de caoba y, subiendo la escalera, en el palco y en los tendidos cabían varios centenares de espectadores. El frontón estaba pintado de verde, para que resaltara la pelota. Había bar, cabaret al aire libre, restaurante y un cine instalado en el roof garden con capacidad para 1.200 espectadores. Una orquesta amenizaba las actividades. Se aseguraba, asimismo, un servicio permanente de “ómnibus automóviles” desde el Parque Central.
Las señoritas pelotaris, vestían blusa y saya blancas, con gracia femenina y deseo de agradar. Enfundadas las piernas hasta las pantorrillas en malla de seda blanca, sujetas las sandalias con doble vuelta de cinta hasta el tobillo. Las muchachas debieron ser hermosas porque el frontón se lleno y a partir de entonces se le llamaba “la bombonera”, aludiendo seguramente a la belleza de las jugadoras, o a su dulzura incluso.
Sin embargo, poco duraría la empresa. Hubo problemas con las apuestas y las frontenistas dejaron de jugar a partir abril de 1922. Hoy ya no queda ni rastro de aquel frontón.
Extraido de "LA PELOTA VASCA EN CUBA"
El edificio estaba en medio de jardines, entrando se encontraba en lunetario con 506 butacas de caoba y, subiendo la escalera, en el palco y en los tendidos cabían varios centenares de espectadores. El frontón estaba pintado de verde, para que resaltara la pelota. Había bar, cabaret al aire libre, restaurante y un cine instalado en el roof garden con capacidad para 1.200 espectadores. Una orquesta amenizaba las actividades. Se aseguraba, asimismo, un servicio permanente de “ómnibus automóviles” desde el Parque Central.
Las señoritas pelotaris, vestían blusa y saya blancas, con gracia femenina y deseo de agradar. Enfundadas las piernas hasta las pantorrillas en malla de seda blanca, sujetas las sandalias con doble vuelta de cinta hasta el tobillo. Las muchachas debieron ser hermosas porque el frontón se lleno y a partir de entonces se le llamaba “la bombonera”, aludiendo seguramente a la belleza de las jugadoras, o a su dulzura incluso.
Sin embargo, poco duraría la empresa. Hubo problemas con las apuestas y las frontenistas dejaron de jugar a partir abril de 1922. Hoy ya no queda ni rastro de aquel frontón.
Extraido de "LA PELOTA VASCA EN CUBA"
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